La Guerra de los
Mundos (Orson Welles)
Muchos huyen de sus
hogares para escapar de los "Raides con gas de Marte" -- Las llamadas
telefónicas colapsan a la policía duranten la emisión de ficción de H.
G. Welles
Una ola de histeria total tomó a millares de
escuchas de radio a lo largo de la nación entre la hora de 8:15 y de
9:30 ayer por la noche cuando comenzó la difusión de un dramatization de
la ficción de H. G. Wells, "La Guerra de los Mundos", y condujo a
millares a creer que un conflicto interplanetario había comenzado con la
invasión de marcianos que diseminaban ampliamente muerte y destrucción
en Nueva Jersey y Nueva York.
La emisión, que comocionó a los hogares,
interrumpió servicios religiosos, creó atascos de tráfico y congestionó
los sistemas de comunicaciones, fue realizada realizada por Orson
Welles, que con su caracterización radial como "La Sombra", acostumbraba
a cautivar incontables audiencias infantiles. Esta vez por lo menos una
gran cantidad de adultos requirieron de tratamiento médico por shocks de
histeria.
En Newark, en una sola manzana en Heddon
Terrace y la avenida Hawthorne más de veinte familias acometieron fuera
de sus casas con pañuelos mojados y toallas sobre sus caras para huir de
lo que creyeron debía ser un raid con gas. Algunos comenzaron a mover
los muebles de sus casas.
A lo largo de Nueva
York familias enteras dejaron sus hogares, algunos huyendo hacia los
parques próximos. Millares de personas llamaron a la policía, periódicos
y estaciones de radio aquí y en otras ciudades de los Estados Unidos y
Canadá, en busca de recomendaciones sobre medidas protectoras contra las
incursiones.
El programa fue producido por el Sr. Welles y
la Columbia Broadcasting System, de 8 a 9 en punto.
La obra de radio,
según lo presentado, era la simulación de un programa radial regular con
''interrupciones'' del material. Los escuchas aparentemente olvidaron o
no escucharon la introducción de programa, que era: "La Columbia
Broadcasting System y sus estaciones afiliadas presentan a Orson Welles
y la Mercury Theater on the Air en 'La Guerra de los Mundos' de H. G.
Wells."
Tampoco pudieron asociar el programa a
escuchar con la avisos en los periódicos del espacio anunciado como
"Hoy: 8:00-9:00 -- Obra: de H. G. Wells 'La Guerra de los Mundos' --
WABC". También ignoraron tres anuncios adicionales hechos durante la
difusión que acentuaban su naturaleza ficticia.
El Sr. Welles abrió el
programa con una descripción de la serie de la cual forma parte. El
programa simulado comenzó. Fue dado en forma prosaica un informe del
tiempo, y un presentador remarcó que el programa continuaría desde un
hotel, con música bailable. Por algunos momentos el programa mencionado
continuó con normalidad. Entonces hubo un "corte" con un "flash" sobre
un profesor en un observatorio que avistaba una serie de explosiones de
gas en el planeta Marte.
Este es el la Trascripción del Guion Original
de la Guerra de los Mundos:
LA GUERRA DE LOS
MUNDOS
Presentador
La Columbia
Broadcasting System y sus estaciones afiliadas presentan a Orson Welles
y la Mercury Theatre on the Air en la obra radial de Howard Koch basada
en la novela de H.G. Wells "La Guerra de los Mundos".
Entra música
presentación de la Mercury Theatre
Presentador
Damas y caballeros: el
director de la Mercury Theatre y estrella de estos programas, Orson
Welles . . .
Orson Welles
Tenemos actualmente la completa seguridad de
que, en los primeros años del siglo XX, nuestro planeta está siendo
vigilado muy de cerca por inteligencias mucho más grandes que las del
hombre, y aún más mortales que sí mismo. Sabemos ahora que mientras los
hombres se agitaban afanosamente en torno a sus múltiples ocupaciones,
estaban siendo escudriñados y estudiados, quizá tan minuciosamente como
cuando el hombre mismo, con un microscopio, estudia e investiga las
vicisitudes de los minúsculos seres que se agitan y se multiplican en el
seno de una gota de agua. La gente se movía alegremente de un lado a
otro, por todo la faz de la Tierra, en torno a sus pequeños quehaceres,
llena íntimamente de una serena seguridad de su dominio sobre todo
reducido y rodante fragmento del torbellino solar, que por casualidad o,
mejor dicho, por designio Superior, el hombre había heredado, sacándolo
de la misteriosa oscuridad del tiempo y del espacio. Sin embargo, a
través del inmenso mar etéreo, mentes que son a nuestras mentes como las
nuestras lo son a las de las bestias de la jungla, inteligencias vastas,
frías y carentes de sentimientos de conmiseración, contemplaban a esta
Tierra con ojos llenos de envidia y, poco a poco, pero con seguridad,
trazaban sus planes contra nosotros. En el año treinta y nueve del siglo
XX llegó su gran desilusión.
Era cerca del final
del mes de octubre. Los negocios estaban mejor. El miedo a la guerra se
había alejado. Más hombres habían regresado al trabajo. Los negocios
estaban levantando. Este particular atardecer del 30 de octubre, el
Servicio de Crossley estimaba que treinta y dos millones de personas
estaban escuchando la radio.
Primer locutor
... durante las
restantes veinticuatro horas sin cambios apreciables en la temperatura.
Se anuncia una ligera perturbación atmosférica, de origen indeterminado,
sobre Nova Scotia, que motivará el que el área de baja presión descienda
rápidamente hacia los estados del nordeste, acompañada con posibles
lluvias y vientos huracanados. Temperatura máxima, sesenta y seis;
mínima, cuarenta y ocho. Este informe del tiempo llega a ustedes desde
la Oficina Gubernamental de Meteorología.
Segundo locutor:
Ahora los llevamos
hasta el Meridian Room del Hotel Park Plaza en el centro de donde se
divertirán con la música de Ramón Raquello y su orquesta.
Desvanece Tema de
música española.
Tercer locutor
Buenas noches, damas y
caballeros. Desde el Meridiam Room del Hotel Park Plaza, de la ciudad de
Nueva York, les invitamos a ustedes a oír la música de Ramón Raquello y
su orquesta. Con un toque de sentimiento hispánico, Ramón Raquello nos
deja... la Cumparsita.
Entra tema musical (La
Comparsita) y permanece.
Desvanece tema musical
Segundo locutor
Damas y caballeros,
interrumpimos nuestro programa de música bailable, para comunicar a
ustedes un boletín especial de Intercontinental Radio News. A las ocho
menos veinte, hora central, el profesor Farrell, del Observatorio de
Mount Jennings, de Chicago (Illinois), reporta estar observando varias
explosiones de gas incandescente, que se suceden a intervalos regulares
sobre el planeta Marte. El espectroscopio revela que el gas es hidrógeno
y que éste se dirige hacia la Tierra con enorme velocidad. El profesor
Pierson del Observatorio de Princeton, confirma las observaciones del
profesor Farrell, y describe este fenómeno como (cita) un chorro de
llama azul, disparado por un arma de fuego (final de cita).
Ahora volvemos a
ustedes nuevamente a la música de Ramón Raquello, que toca para ustedes
en la sala meridiana del Hotel Park Plaza, situado en el centro de Nueva
York.
Prosigue La Comparsita hasta su final.
Aplausos.
Tercer locutor
Ahora una melodía que
nunca pierde popularidad, el siempre famoso Star Dust. Ramón Raquello y
su orquesta...
Entra tema musical
Segundo locutor
Damas y caballeros,
continuando con las noticias dadas a ustedes hace unos instantes en
nuestro último boletín, les informamos que la Oficina Gubernamental de
Meteorológica ha solicitado a los más importantes observatorios de la
nación que mantengan su vigilancia astronómica sobre cualquier otra
perturbación que pudiera ocurrir en el planeta Marte. Debido a la
desacostumbrada naturaleza de estos sucesos, hemos concertado una
entrevista con el conocido astrónomo, profesor Pierson, que les
explicará a ustedes su punto de vista, con relación a este suceso.
Dentro de breves momentos les trasladaremos a ustedes al observatorio
Princeton, Nueva Jersey. Entretanto les devolvemos a ustedes la música
de Ramón Raquello y su orquesta.
Se retoma tema
musical, luego se interrumpe.
Segundo locutor.
Estamos ahora prontos
para llevarlos Observatorio de Princeton, donde nuestro comentarista
Carl Phillips, interrogará al famoso astrónomo profesor Pierson. Estamos
ahora en Princeton, Nueva Jersey.
Cámara de eco y efecto
sonoro de reloj
Phillips
Buenas noches, damas y
caballeros. Habla para ustedes Carl Phillips, desde el observatorio de
Princeton. Estoy en una gran sala semicircular totalmente oscura;
solamente una abertura oval se advierte en la bóveda del techo. A través
de esta abertura puedo contemplar En cielo tachonado de estrellas, que
emiten un brillo frío sobre el intrincado mecanismo del enorme
telescopio. Los ligeros ruidos de tictac que oyen ustedes no son otra
cosa que las vibraciones de su mecanismo de relojería. El profesor
Pierson está de pie, justamente encima de mí, sobre una pequeña
plataforma, mirando a través de la lente gigantesca. Les solicito a
ustedes, damas y caballeros, que tengan un poco de paciencia ante
cualquier demora que pudiera surgir a lo largo de nuestra entrevista.
Además de su incesante vigilancia del firmamento, el profesor Pierson
está atento a cualquier comunicación telefónica o de otra clase que
pudieran reclamarle. En estos instantes está en contacto constante con
centros astronómicos de todo el mundo... Profesor, ¿puedo comenzar con
nuestras preguntas?
Pierson
Cuando usted guste,
Señor Phillips.
Phillips
Profesor, ¿quisiera
decir a nuestros oyentes qué es lo que exactamente observa usted en el
planeta Marte a través de su telescopio?
Pierson
En este mismo momento
no se nota nada inusual, señor Phillips. Un disco rojo flotando en el
cielo azul y fajas transversales que cruzan el disco. Claramente
perceptibles ahora, porque se da la circunstancia de que Marte se
encuentra en el punto más cercano a la Tierra; en Oposición, como
nosotros decimos.
Phillips
En su Opinión,
profesor Pierson ¿qué significan esas fajas transversales?
Pierson
Puedo asegurarle,
señor Phillips, que no son canales, aunque tal sea la opinión popular de
quienes imaginan que Marte está habitado. Desde un punto de vista
científico, las fajas mencionadas deben considerarse puramente como el
resultado de las condiciones atmosféricas peculiares en este planeta.
Phillips
¿Está usted, pues,
convencido, profesor, como hombre de ciencia que es, que no existe en
Marte una vida intelectiva, tal como nosotros la imaginamos?
Pierson
Puedo asegurarle que
las probabilidades en contra de ello son de mil contra una.
Phillips
No obstante, ¿cuál es
su opinión sobre esas erupciones gaseosas que ocurren a intervalos
regulares en la superficie del planeta?
Pierson
No tengo formada aún
opinión sobre ello, Señor Phillips.
Phillips
Comprendo, profesor.
En beneficio de nuestros Oyentes ¿podría decimos a qué distancia de la
Tierra se encuentra Marte?
Pierson.
A cuarenta millones de
millas aproximadamente.
Phillips.
¡Bueno, esa parece una
distancia que infunde cierta seguridad...!
Fuera de micrófono
Pierson
Gracias
Pausa
¡Un momento, damas y
caballeros! Alguien acaba de entregar un mensaje al profesor Pierson.
Mientras él lo lee, permítanme que les recuerde que les estamos hablando
a ustedes desde el Observatorio de Princeton, Nueva Jersey, donde
estamos entrevistando al astrónomo mundialmente famoso, profesor
Pierson... ¡Un momento, por favor! El profesor Pierson acaba de pasarme
el mensaje que le han entregado. Profesor ¿puedo leer a los oyentes este
mensaje?
Pierson
Por supuesto, señor
Phillips.
Phillips
Damas y caballeros,
voy a leerles un telegrama dirigido al profesor Pierson por el doctor
Gray del Museo de Historia Natural, de Nueva York, que dice así:
"9, 15 PM, hora
estándar del este. Sismógrafo registró un choque intensidad próxima
terremoto dentro de un radio de veinte millas de Princeton. Favor
investigar. Firmado, Lloyd Gray, Jefe División Astronómica".
Profesor Pierson,
¿podría tener este suceso alguna relación con las perturbaciones
observadas sobre el planeta Marte?
Pierson
Difícilmente. Es
probable que se trate de un meteorito de extraordinario tamaño y su
caída, en estos momentos, es una mera coincidencia. No obstante,
nosotros iniciaremos una investigación, tan pronto lo permita la
claridad de la mañana.
Phillips
Gracias profesor.
Damas y caballeros, durante los últimos diez minutos les hemos estado
hablando a ustedes desde el Observatorio de Princeton, para informarles
de nuestra entrevista especial con el profesor Pierson, famoso
astrónomo. Este es Carl Phillips hablándoles. Ahora regresamos a ustedes
a nuestros los estudios de Nueva York.
Entra piano débilmente
Segundo locutor
Damas y caballeros,
tenemos aquí el ultimo boletín de la Intercontinental Radio News, desde
Toronto, Canadá. El profesor Morse de la universidad de Macmillan
manifiesta que se han observado un total de tres explosiones en el
planeta Marte entre las horas 7:45 y 9:20 PM hora estándar del este Esta
noticia confirma los anteriores informes recibidos de los observatorios
estadounidenses. Ahora, cerca de aquí, desde Trenton, Nueva Jersey, nos
llega un aviso especial: Se reporta que a las 8:50 PM un enorme y
llameante objeto, que se supone es un meteorito, ha caído en una granja
de las cercanías de Grovers Mill, Nueva Jersey, a veintidós millas de
Trenton.
El resplandor fue visible en el cielo en un
radio de algunos centenares de millas y el ruido del impacto se oyó,
hacia el norte, hasta la ciudad de Elizabeth.
Desde la estación
acabamos de despachar un equipo móvil de radio a la escena misma del
suceso, desde donde nuestro comentarista señor Carl Phillips les dará a
ustedes una descripción total, tan pronto llegue allí desde Princeton.
Entretanto, les llevamos a ustedes al Hotel Martinet en Brooklyn, donde
Bobby Millette y su orquesta les ofrecen un programa de música de
bailable.
Entra música swing durante veinte segundos
Segundo locutor
Les llevamos a ustedes
ahora a Grovers Mill, Nueva Jersey.
Ruidos y murmullos de
la multitud. Sirenas de la policía.
Phillips.
Damas y caballeros,
este es nuevamente Carl Phillips, en la granja Wilmuth, en Grovers Mill,
Nueva Jersey. El profesor Pierson y yo, hemos hecho el camino desde
Princeton hasta aquí en diez minutos. Bueno... yo apenas sé por dónde
comenzar, para darles a ustedes una relación verbal del extraño
escenario que tengo ante mis ojos; algo que pudiera haberse sacado de
una versión moderna de las Mil y una noches. Acabo de llegar aquí.
Todavía casi no he tenido una oportunidad de echar una mirada en torno
mío.
Supongo... si, supongo... que es esto que
tengo directamente delante de mí, medio enterrado en un amplio pozo. Ha
debido caer con una fuerza terrorífica. La tierra está cubierta con las
astillas de un árbol con el que debe de haber chocado antes de tocar el
suelo. Lo que yo puedo ver del... objeto mismo no se parece mucho, que
digamos, a un meteoro. Al menos a ninguno de los meteoros que yo he
visto en mi vida. Más bien se parece a un enorme cilindro. Tiene un
diámetro de... ¿de cuánto diría usted, profesor Pierson?
Pierson (algo
separado)
Unas treinta yardas.
Phillips
Unas treinta yardas...
El metal de la cubierta es... Bueno, tampoco he visto nada parecido a
eso en toda mi vida. Su color es algo así como de un blanco amarillento.
Algunos espectadores curiosos están ahora empujando para acercarse al
objeto a despecho de los esfuerzos de la policía para mantenerlos
alejados. Están colocándose precisamente enfrente de mi línea de
visibilidad... ¿Quisieran ustedes hacer el favor de echarse a un lado?
¡Hagan el favor!
Policía
¡Córranse a lado! ¡Ah!
¡Córranse a un costado!
Phillips
Mientras el policía
empuja hacia atrás a la multitud, llega aquí con nosotros el señor
Wilmuth, propietario de la granja. Estoy seguro que tendrá algunas cosas
interesantes que añadir a lo que les estamos refiriendo. Señor Wilmuth,
¿quisiera hacer usted el favor de relatar a los radioescuchas lo que
usted recuerde del desacostumbrado visitante que ha caído justamente en
el patio posterior de su casa? Acérquese más, por favor.
Damas y caballeros;
con ustedes está el señor Wilmuth.
Wilmuth
Yo estaba oyendo la
radio...
Phillips
¡Más cerca y más alto,
por favor!
Wilmuth
¡Oh, perdón!
Phillips
¡Más alto, por favor,
y venga aquí, más cerca!
Wilmuth
Si, señor... Mientras
estaba yo oyendo la radio, y un poco adormilado, un profesor estaba
hablando sobre Marte, y yo estaba medio dormido y medio...
Phillips
Bien, sí; señor
Wilmuth. Y ¿qué pasó entonces?
Wilmuth
Como les estaba
diciendo, yo estaba oyendo la radio un poco adormilado...
Phillips
Sí, si, señor Wilmuth,
¿qué vio usted entonces?
Wilmuth
Primeramente no vi
nada. Lo primero fue que escuché algo...
Phillips
¿Qué oyó usted?
Wilmuth
Un ruido como un
zumbido. Algo así: ssssss... algo así como un cohete un día de fiesta...
Phillips
Y luego ¿qué?
Wilmuth
Volví mí cabeza hacia
fuera de la ventana y juraría que estaba durmiendo y soñando.
Phillips
¿Sí?, diga.
Wilmuth
Vi una especie de rayo
de luz verdosa y luego ¡zas! Algo que se golpeó contra la tierra. ¡Me
hizo salta de la silla!
Phillips
Bien, ¿se asustó
usted, señor Wilmuth?
Wilmuth
Pues... no estoy muy
seguro, calculo que... supongo que estaba un poco atemorizado.
Phillips
Gracias, señor
Wilmuth. Muchas gracias.
Wilmuth
¿Quiere usted que diga
algo
Phillips
No, muchas gracias; ya
es suficiente. Está muy bien... Damas y caballeros, acaban de oír
ustedes al señor Wilmuth propietario de la hacienda donde objeto acaba
de caer. Desearía poder trasladar a ustedes la atmósfera el fondo - de
este fantástico escenario. Centenares de coches se encuentran
estacionados en un campo que se encuentra detrás de nosotros. La policía
trata de contener la avalancha que de la carretera se dirige hacia la
granja. Pero de nada le vale. Ahora mismo rompiendo el cordón policiaco
de un al otro. Los faros de los coches derraman un torrente de luz sobre
el pozo, donde el objeto se encuentra medio enterrado. Algunos de los
más arriesgados espectadores se aventuran hasta casi el borde mismo. Sus
siluetas se recortan contra el resplandor del metal.
Lejano y sordo zumbido
Un hombre se acerca
para tocar el objeto. En estos momentos sostiene una discusión con un
policía. Vence el policía... Ahora damas y caballeros, sucede algo que,
en la excitación actual, no me he acordado mencionar, pero que cada vez
se deja oír mas distintamente. Acaso ustedes mismos puedan captar en sus
aparatos de radio. ¡Oigan!..
Pausa larga
¿Lo oyen ustedes? Es
un extraño zumbido que parece de dentro del objeto. Voy a acercar mas el
micrófono. Aquí.
Pausa
Ahora estamos a no más
de veinticinco de distancia del hoyo. ¿Pueden ustedes ahora? ¡Oh,
profesor Pierson!
Pierson
Diga, señor, Phillips.
Phillips
¿Puede usted decirnos
qué significa ese ruido rechinante que se oye dentro del objeto?
Pierson
Posiblemente proceda
del desigual enfriamiento de su superficie.
Phillips
¿Cree usted todavía,
profesor, se trata de un meteoro?
Pierson
No sé ya lo que
pensar. El metal de la envoltura puede considerarse definitivamente como
extraterrestre; desde luego no se encuentra en la Tierra. Por otro lado,
la fricción con la atmósfera de nuestro planeta rasga con numerosos
agujeros la superficie de los meteoritos. Pero este objeto presenta una
envoltura totalmente lisa y, según puede usted apreciar, es de forma
cilíndrica.
Phillips
¡Un momento! ¡Algo
sucede! ¡Damas y caballeros, esto es espeluznante! ¡El extremo más
cercano del objeto está comenzando como a pelarse en escamas! ¡La
cabecera empieza a dar vueltas como un tornillo! ¡El objeto debe de
estar hueco!
Varias voces
¡Se está moviendo!
¡Mira, la maldita cosa
esa se está destornillando!
¡Hacia atrás! ¡Fuera
de ahí! ¡Atrás digo!
¡Tal vez hay dentro
hombres que tratan de salir!
¡Pues está ardiendo al
rojo vivo! ¡Van a arder como ascuas!
¡Atrás, atrás, allí!
¡Saca para atrás a esos idiotas!
De repente se oye el
sonido rechinante de una gran pieza metálica que se cae a la tierra
Voces
¡Ha caído! ¡La tapa se
ha soltado! ¡Cuidado! ¡Aquí! ¡Vayan para atrás!
Phillips
Damas y caballeros,
esto es lo más tremebundo que yo he visto en mi vida. ¡Un momento!
Alguien se desliza afuera por el hueco de la cabecera del objeto.
Alguien o... algo. Yo puedo advertir cómo hacia afuera de ese negro
agujero dos discos luminosos miran... ¿Serán ojos? Pudieran ser de una
cara. Pudiera ser...
Gritos de horror
procedentes de la multitud
¡Santo cielo! Algo se
arrastra como serpenteando fuera de la sombra, como una serpiente
grisácea. Ahora otra más, y otra. A mí me parecen como tentáculos. Ahora
puedo advertir el cuerpo de ese ser. Es grande como el de un oso y
reluce como el cuero cuando está mojado. Pero ¡ese rostro...! Es... es
algo indescriptible. Apenas puedo contenerme para no alejar mi vista de
él. Los ojos son negros y brillan como los de una Serpiente. La boca es
como una "v", de cuyas comisuras cuelgan gotas de saliva, que parecen
temblar y dar latidos. El monstruo - o lo que eso sea – apenas puede
moverse. Parece que el peso lo derrumba... tal vez la fuerza de la
gravedad o algo así.
El ser ese se está
levantando... La muchedumbre se echa hacia atrás. Sus ojos han visto ya
bastante. ésta es la más extraordinaria experiencia... Apenas puedo
encontrar palabras... Yo estoy estrechando conmigo y retirando hacia
atrás el micrófono, al mismo tiempo que les hablo. Tengo que hacer un
alto en mi narración, hasta tanto que encuentre una nueva posición.
¡Mantengan la conexión, por favor, vuelvo enseguida!
Música de piano
Segundo locutor
Estamos dando a
ustedes una descripción de un testigo ocular de lo que está sucediendo
en la granja de Wilmuth en Grovers Mill, Nueva Jersey.
Sigue música de piano
Volvemos nuevamente
con Carl Phillips, en Grovers Mill.
Phillips
Damas y caballeros
(¿Se oye?)... Damas y caballeros, aquí estoy nuevamente, detrás de un
muro de piedra junto al jardín del señor Wilmuth. Desde aquí puedo
abarcar completamente todo el escenario.
Les voy a dar todos
los detalles, en cuanto me sea posible hablarles. Y también en cuanto me
sea posible ver lo que pasa. Ha llegado más policía del estado. Treinta,
de los policías están acordonando el frente del pozo. No es necesario
ahora empujar hacia atrás a la multitud. Esta ya se cuida mucho de
guardar una distancia conveniente.
El capitán está
conferenciando con alguien. No podemos ver exactamente con quien. ¡Ah,
sí! Creo que es con el profesor Pierson. Sí, es él. Ahora se separan los
dos. El profesor da vueltas por un lado del pozo, estudiando el objeto,
mientras el capitán y dos policías avanzan sosteniendo algo entre sus
manos. Ya puedo ver lo que es. Es un pañuelo blanco atado a una larga
vara. Una bandera blanca, de tregua. ¡Si esos seres saben lo que eso
significa! ¡Lo que significa cualquier cosa!... ¡Aguarden! ¡Algo está
pasando.. .!
Se oye un silbido seguido de zumbidos, que van
aumentando en intensidad
Una figura encorvada
se levanta del hoyo. Puedo adivinar algo así como un breve rayo de luz
dirigido contra un espejo. ¿Qué es esto? Un chorro de llamas salta de
ese espejo y se dirige a los hombres que avanzan. Los derriba a todos!
¡Santo Dios, todos ellos se están abrasando!
Alaridos y chillidos
Ahora todo el campo
comienza a arder.
Explosión
Los bosques... los
patios de las granjas... los tanques de combustible de los
automóviles... el fuego se extiende por todas partes. Se acerca hacia
aquí. Unas veinte yardas hacia mi derecha...
Silencio total
Segundo locutor
Damas y caballeros,
debido a circunstancias fuera de nuestro control no podemos continuar
transmitiendo para ustedes desde Grovers Mill. Evidentemente se han
producido ciertas dificultades con nuestra trasmisión de exteriores. Sin
embargo, volveremos a hablarles desde allí, lo más pronto posible.
Entretanto, les damos a ustedes el ultimo boletín llegado desde San
Diego, California. El profesor Indellkoffer, en un banquete de la
Sociedad Astronómica de California, ha expresado su opinión de que las
explosiones en el planeta Marte son, sin duda alguna, nada más que
ciertas perturbaciones muy agudas de carácter volcánico en la superficie
del planeta. Ahora seguimos con un breve intermedio de música de piano.
Música de piano, que
se corta
Segundo locutor
Damas y caballeros,
acabo de recibir un mensaje que llega aquí directamente por teléfono
desde Grovers Mill.
Aguarden un momento.
Cuarenta personas al menos, incluidos seis soldados estatales, yacen
muertos en un campo al este del pueblo de Grovers Mill. Sus cuerpos
aparecen quemados y destruidos más allá de toda posibilidad de
identificación. Las inmediatas palabras que ustedes van a escuchar son
las del brigadier general Montgomery Smith, comandante de la milicia del
estado en Trenton, Nueva Jersey.
Smith
He sido requerido por
el gobernador de Nueva Jersey para poner en estado de guerra los
condados de Mercer y Middlesex hasta Princeton por el Oeste, y hasta
Jamesburg por el Este. Nadie podrá entrar dentro de los limites de esta
área, a menos que vaya provisto con un pase especial, expedido por las
autoridades estatales o militares. Cuatro compañías de la milicia del
estado están llegando desde Trenton a Grovers Mill ayudarán a la
evacuación de la población dentro de las normas de las operaciones
militares. Gracias.
Segundo locutor
Acaban ustedes de oír
al general Montgomery Smith, comandante de la milicia del estado en
Trenton.
Entretanto, siguen
llegando nuevos detalles de la catástrofe en Grovers Mill. Los extraños
seres extraterrenos, después de desatar su mortífero asalto, se han
retirado a su pozo y no han hecho ninguna tentativa para evitar los
esfuerzos de los bomberos para rescatar los cuerpos y extinguir el
fuego. Los departamentos combinados del condado de Mercer para extinción
de incendios están luchando contra las llamas, que amenazan adueñarse de
toda la zona.
Hasta ahora no nos ha sido posible establecer
contacto alguno con nuestro equipo móvil de Grovers Mill, aunque
esperamos que podremos volver a radiarles desde allí dentro de poco.
Entretanto, les devolvemos a ustedes... ¡Eh, un momento por favor!
Pausa larga...
Susurros
Segundo locutor
Damas y caballeros,
acaban de comunicarme que se ha podido establecer comunicación con un
testigo presencial de la tragedia. EI profesor Pierson ha sido
localizado en una granja cerca de Grovers Mill, donde ha establecido un
puesto provisional de observación. Dado su carácter de hombre de
ciencia, él les dará a ustedes una explicación de este desastre. Van
ustedes a oír la voz del profesor Pierson, traída hasta aquí por
teléfono directo. Profesor Pierson...
Pierson
De los seres salidos del cohete cilíndrico de
Grovers Mill no puedo darles a ustedes una información autorizada ni en
cuanto a su naturaleza, ni en cuanto a su origen o a sus propósitos aquí
sobre la Tierra. Por lo que se refiere a sus instrumentos de destrucción
únicamente puedo aventurar una explicación llena de reservas. A la falta
de términos más precisos me referiré a esta arma misteriosa designándola
con el nombre de «rayo de calor». Es absolutamente evidente que estos
seres poseen un conocimiento científico mucho más avanzado que el
nuestro. Mi suposición personal es que están en condiciones de poder
generar un intensísimo calor en una cámara absolutamente no conductora.
Este intenso calor lo proyectan ellos por medio de un doble rayo
paralelo, contra el objeto elegido, valiéndose de un cristal parabólico
pulimentado, de composición desconocida, análogamente a como el espejo
de un proyector de faro lanza su rayo de luz. Esta es mi suposición
sobre el origen del rayo de calor.
Segundo locutor.
Gracias, profesor
Pierson. Damas y caballeros, tenemos aquí un boletín despachado desde
Trenton. Es una breve declaración que nos informa que el cuerpo
carbonizado de Carl Phillips, ha sido identificado en un hospital de
Trenton. Ahora nos llega otro boletín desde Washington, DF. La oficina
del director de la Cruz Roja nacional informa que diez unidades de
funcionarios voluntarios de la Cruz Roja han sido asignados al cuartel
general de la milicia del estado, estacionada en las afueras de Grovers
Mill, Nueva Jersey.
Otro boletín de la
policía del estado de Princeton Junction dice lo siguiente: «Los fuegos
de Grovers Mill y su contorno han sido sofocados. Los observadores
informan que todo está tranquilo en estos momentos en el pozo, y que no
aparece señal alguna de vida en el morro del cilindro». Y ahora, damas y
caballeros, les damos un comunicado especial del señor Harry MacDonald,
que actúa de vicepresidente encargado de las Operaciones.
MacDonald
Hemos recibido de
parte de la milicia, en Trenton, una demanda para colocar a su
disposición todos nuestros equipos de radio. En vista de la gravedad de
la situación, y estimando que la radio tiene una definitiva
responsabilidad en el servicio del público interés en todo tiempo, hemos
acordado facilitar a la milicia del estado, en Trenton, todas nuestras
disponibilidades.
Locutor
Les llevamos a ustedes
ahora al campo del cuartel general de la milicia del estado, establecido
cerca de Grovers Mill, Nueva Jersey.
Capitán
Este es el capitán
Lansing, del cuerpo de señales, adscrito a la milicia del estado y en la
actualidad destinado en el campo de operaciones militares en la vecindad
de Grovers Mill. La situación, causada por la anunciada presencia de
ciertos individuos de naturaleza todavía no identificada, está ahora
bajo completo control.
El objeto cilíndrico,
que yace en un pozo situado directamente debajo de nuestra posición,
está rodeado por todos los lados por ocho batallones de infantería, sin
piezas pesadas de artillería, pero armadas adecuadamente con rifles y
ametralladoras. Cualquier motivo de alarma - aun dado el caso que se
hubiera podido producir ésta anteriormente - es ahora totalmente carente
de justificación. Esas cosas, sean lo que sean, no se atreven ni aun a
asomar sus cabezas por el borde del pozo. A la luz de los focos
instalados aquí, puedo ver totalmente el lugar donde se esconden. A
pesar de todos los recursos de que se ha informado están dotados, esas
criaturas no podrán mantenerse firmes contra el duro fuego de las
ametralladoras. De cualquier manera que sea, ésta es una interesante
experiencia de campo para nuestras tropas. Puedo notar desde aquí sus
uniformes de color caqui, que cruzan adelante y atrás frente a las luces
de los focos. Tiene esto todo el aspecto de un campo real de batalla. En
los bosques que limitan el río Millstone, aparecen ligeras nubecíllas de
humo. Probablemente son de las hogueras prendidas por los allí
acampados. Parece probable que pronto comenzará alguna acción militar.
Una de las compañías se despliega por el flanco izquierdo. Un rápido
ataque y todo habrá acabado... ¡Un momento, por favor! ¡Advierto algo en
el morro del cilindro! No, no es más que una sombra. En este momento las
tropas están en los linderos de la granja de Wilmuth. Siete mil hombres
armados se aproximan cerrando el cerco... ¡Esperen un momento! ¡No era
una sombra! ¡Es algo que se mueve... de metal sólido... una especie de
coraza que se alza por la parte exterior del cilindro! ¡Se va haciendo
cada vez más alto! ¡Oh! Está alzándose sobre unos píes... en realidad,
levantándose sobre una especie de bastidor metálico. ¡En estos momentos
está alcanzando una altura por encima de los árboles! ¡Los proyectores
lo enfocan! ¡Sostenga esto!
Silencio
Segundo Locutor
Damas y caballeros,
tengo que anunciarles un grave suceso. Aunque ello pueda parecer
increíble, las observaciones de carácter científico por un lado y la
evidencia de nuestro propio testimonio por otro, nos hacen creer de una
manera incontestable, que estos extraños seres que aterrizaron en la
campiña de Jersey esta noche última, son la vanguardia de un ejército
invasor procedente del planeta Marte.
Señoras y señores. He
de comunicarles una noticia. Por increíble que pueda parecer, tanto las
observaciones científicas realizadas como las de otros relatos de
testigos presenciales nos llevan a la necesaria conclusión de que esos
extraños seres que han aterrizado hoy en la campiña de Jersey,
constituyen la vanguardia de un ejército invasor del planeta Marte.
Pausa
La batalla que se ha
desarrollado esta noche, en Grovers Mill, ha terminado con una de las
derrotas más asombrosas que ha sufrido ejército alguno en los tiempos
modernos: siete mil hombres, armados con rifles y ametralladoras, se han
enfrentado contra una sola máquina de guerra de los invasores de Marte.
Sólo quedan ciento veinte sobrevivientes. El resto yace en el campo de
batalla, entre Grovers Mill y Plainsborough, después de haber sido
aplastados y pisoteados hasta morir por los pies del monstruo o
convertidos en cenizas por su rayo ardiente.
El monstruo controla
en la actualidad el sector central de Nueva Jersey y ha dividido en
realidad el estado en dos, justamente por su centro. Están cortadas las
líneas de comunicación de Pennsylvania al océano Atlántico. Las vías de
ferrocarril están destrozadas y el servicio desde Nueva York a
Filadelfia, interrumpido, con excepción de algunos trenes entre
Allentown y Phoenixvílle. Las carreteras hacia el norte, sur y Oeste se
encuentran abarrotadas de gente que huye horrorizada. Las reservas de la
policía y del ejército son incapaces de controlar la frenética huida.
Durante la mañana los fugitivos habrán entrado en Filadelfia, Camden y
Trenton, en oleadas humanas, cuyo número puede calcularse, dos veces
superior a su población normal.
En estos momentos se
ha decretado la ley marcial en Nueva Jersey y en el estado de
Pennsylvania en su parte oriental. Ahora les llevamos a ustedes a
Washington, para que escuchen una transmisión especial sobre el estado
de urgencia nacional... El secretario del Interior...
Secretario
Ciudadanos de la
nación: No trataré de ocultar la gravedad de la situación por la que
atraviesa este país, ni la constante preocupación del gobierno en
proteger las vidas y propiedades de su pueblo. Sin embargo, deseo
inculcar en vosotros - ciudadanos particulares y funcionarios públicos
en su totalidad - la urgente necesidad de conservar la calma y de
contribuir a ella con vuestros recursos. Afortunadamente, este
formidable enemigo está confinado todavía dentro de un área
relativamente reducida; y nosotros podemos tener la firme confianza de
que nuestras fuerzas militares poseerán la potencia suficiente para
contenerlo allí.
Entretanto, puesta nuestra fe en Dios, debemos
proseguir todos y cada uno de nosotros en el cumplimiento de nuestros
deberes, de modo que podamos ofrecer a este adversario destructor, el
frente sólido de una nación unida, valiente, y dedicada a la
preservación de la supremacía humana sobre la Tierra. Gracias.
Locutor
Acaban de escuchar, al
secretario del Interior que les ha hablado desde Washington. Los
boletines, numerosísimos, que nos llegan a cada instante se van
amontonando aquí, en el estudio. Nos informan que la parte central de
Nueva Jersey está privada de la comunicación por radio, a causa de los
efectos del rayo de calor sobre las líneas de alto voltaje y los equipos
eléctricos. Aquí tenemos un boletín especial transmitido desde Nueva
York. Se reciben cables de instituciones científicas inglesas, francesas
y alemanas, que ofrecen su colaboración. Los astrónomos informan que se
producen continuadas explosiones de gases, a intervalos regulares, sobre
el planeta Marte. La mayoría de nuestros comunicantes opinan que el
enemigo trata de enviar refuerzos de nuevos cohetes con máquinas de
guerra. Se han hecho tentativas para localizar al profesor Pierson, de
Princeton, que ha estado observando a los marcianos desde muy cerca.
Témese que haya podido ser muerto en la reciente batalla. Langham Fleid,
Virginia: Aviones de observación informan que tres máquinas marcianas,
visibles por encima de las copas de los árboles, avanzan hacia el norte
en dirección a Somerville, mientras que la población huye delante de
ellos. En estos momentos no usan el rayo de calor; aunque avanzan a la
velocidad de un tren expreso, los invasores eligen cuidadosamente su
camino. Parece que tratan de evitar la destrucción de las ciudades y de
las campiñas. Sin embargo, se detienen para destruir las líneas de alta
tensión, los puentes y las vías de ferrocarril. Su aparente objetivo
actual es hundir toda resistencia, paralizar las comunicaciones, y
desorganizar la sociedad humana.
Aquí tenemos un
boletín que nos llega de Basking Ridge, Nueva Jersey: Unos cazadores
negros se han encontrado con un segundo cilindro, semejante al primero,
incrustado en la gran zona pantanosa situada a veinte millas al sur de
Morristown. Piezas de artillería de campo del ejército de Estados Unidos
se dirige desde Newark para destruir la segunda unidad invasora antes de
que el cilindro pueda abrirse y ser izada su máquina de guerra.
En estos momentos
están tomando posiciones en las laderas de las montañas Watchung. Oigan
otro boletín remitido desde Langham Field, Virginia: Los aviones de
observación informan ahora que las máquinas enemigas, en número de tres,
aumentan su velocidad hacia el norte, derribando casas y árboles, y
manifiestan una evidente prisa en establecer contacto con sus aliados,
caídos al sur de Morristown. Las máquinas han sido avistadas por un
telefonista al este de Middlesex, a tres millas de Plainfleld. Aquí hay
otro boletín de Winston Field, Lona Islands:
Una escuadrilla de
bombarderos, con explosivos pesados, vuela hacia el norte en persecución
del enemigo. Aviones de caza hacen las veces de patrulleros. Están
avistando al enemigo que marcha rápidamente ¡Un momento, por favor!
Damas y caballeros, hemos instalado equipos especiales directos hasta la
línea de artillería emplazada en las localidades adyacentes, con el fin
de dar a ustedes una información directa en la zona de avance del
enemigo. Primeramente conectamos con la batería del 21º regimiento de
Artillería de campo, situado en las Montañas Watchung.
Oficial
Alza treinta y dos
metros.
Artillero
Treinta y dos metros.
Oficial
Proyección, treinta y
nueve grados.
Artillero
Treinta y nueve
grados.
Oficial
¡ Fuego!
Estallido de cañón
pesado... Pausa
Observador
Ciento cuarenta yardas
a la derecha.
Oficial
Desviación, treinta y
un metros.
Artillero
Treinta y un metros.
Oficial
Proyección, treinta y
siete grados.
Artillero
Treinta y siete
grados.
Oficial
¡Fuego!
Estallido de cañón
pesado. Pausa
Observador
¡Blanco! Hemos hecho
blanco, señor! ¡Le hemos dado al trípode de una de las máquinas! ¡Se han
parado! ¡Los otros están tratando de repararlo!
Oficial
¡Rápido, tome el alza!
Variación, cincuenta a treinta metros.
Artillero
Treinta metros.
Oficial
Proyección,
veintisiete grados.
Artillero
Veintisiete grados.
Oficial
¡Fuego!
Estallido de cañón
pesado. Pausa.
Observador
No puedo ver la caída
a tierra del proyectil, señor. Están lanzando una nube de humo.
Oficial
¿Qué es eso?
Observador
Humo negro, señor. Se
acerca hacia aquí. Viene muy pegado al suelo Avanza rápidamente.
Oficial
¡Ponerse las caretas!
Pausa
Oficial
¡Listos para disparar!
Variación a veinticuatro metros.
Artillero
Veinticuatro metros.
Oficial
Proyección,
veinticuatro grados.
Artillero
Veinticuatro grados.
Oficial
¡Fuego!
Estallido
Observador
Sigo sin ver nada,
señor. El humo llega cada vez más cerca.
Oficial
¡Tome el alza! (Tose).
Observador
Veinticuatro metros.
(Toses).
Oficial
Veintitrés metros
(Tos).
Observador (tosiendo)
Proyección, veintidós
grados.
Oficial
Veintidós grados
Se extinguen las
toses. Los
ruidos se desvanecen. Sonidos de motores de aviones
Comandante
Bombardero del
ejército, V-8-43, sale de Bayonne, Nueva Jersey, con el teniente Voght,
al mando de ocho bombarderos. Informa al comandante Fairfax. Langham
Field. Habla Voght, al comandante Fairfax de Langham Field... Los
trípodes mecanizados del enemigo están ahora a nuestra vista. Han sido
reforzadas por otras tres máquinas, procedentes del cilindro de
Morristown. Son seis en total. Una de las máquinas está parcialmente
averiada. Parece haber sido alcanzada por la granada de un cañón del
ejército en las montañas Watchung.
Los cañones de la
batería están ahora silenciosos. Una nube muy oscura se extiende rasante
con la tierra, una nube de gran densidad y naturaleza desconocida. No
hay señales de rayo de calor. El enemigo se dirige ahora hacia el este,
y cruza el río Passaic hacia las marismas de Jersey. Otra máquina avanza
hacia el horizonte en dirección a Pulaski. El objetivo aparece evidente:
La dudad de Nueva York. Están derribando una central eléctrica de alto
voltaje. Las máquinas se reúnen ahora, y estamos dispuestos a atacar.
Los aviones hacen un giro y se disponen a lanzarse. Estamos a mil yardas
encima de la primera máquina... a ochocientas yardas... a seiscientas...
a cuatrocientas... a doscientas... ¡Ahora! ¡Un brazo gigantesco se
levanta...!
Sonido de rayo
¡Un fogonazo verdusco!
¡Nos están rociando con llamas! Dos mil pies. Los aviones tienen que
desistir. No hay oportunidad para soltar las bombas.
Sólo queda una cosa...
Lanzarse sobre ellos con avión y todo. Nos arrojamos sobre el primero!
Una de las máquinas queda destruida! Ocho...
El avión se cae
Primer operador
Aquí Bayonne, Nueva
Jersey, llamando a Langham Field... Aquí Bayonne, Nueva Jersey, llamando
a Langham Field... Adelante, por favor... adelante... por favor...
Segundo operador
Aquí Langham Field...
adelante....
Primer operador
Seis bombarderos del
ejército han entrado en combate con las máquinas - trípode sobre las
llanuras de Jersey. Los aviones han quedado incapacitados por los rayos
de calor. Todos se han estrellado contra el suelo. Una máquina del
enemigo ha quedado destruida. El enemigo está ahora lanzando grandes
descargas de humo negro en dirección a...
Tercer operador
Al habla desde Newark,
Nueva Jersey... Aquí Nueva Jersey... Atención! Una negra nube de gases
venenosos se está extendiendo desde las marismas de Jersey. Alcanza
hasta la calle Sur. Son inútiles las mascarillas antigás. Se urge a la
población a que se retire a los espacios abiertos... Los automóviles
deben tomar las carreteras números 7, 23 y 24... Eviten las áreas
congestionadas. El humo va ahora extendiéndose sobre el bulevar
Raymond...
Cuarto operador
2X2L... llamando CQ...
2X2L... llamando CQ... 2X2L... llama a 8X3R. Adelante, por favor
Quinto operador
Aquí 8X3R...
contestando a 2X2L.
Cuarto operador
¿Cómo es la recepción?
¿Cómo es la recepción? K, por favor.
Pausa
¿Dónde estás, 8K3R?
¿Qué pasa? ¿Dónde estás?
Tañer de campanas,
desvaneciéndose sobre la ciudad
Locutor desde Nueva
York
Les hablo desde los tejados del edificio de la
radio en la ciudad de Nueva York.
Pausa, en tanto no
está seguro de estar saliendo al aire
Las campanas que oyen
ustedes, están tañendo con el fin de avisar a la población que debe
evacuar la ciudad ante la aproximación de los marcianos. En estas dos
últimas horas se estiman en tres millones de personas las que han salido
por las carreteras hacia el norte, por el bulevar del río Hutchison, que
todavía permanece abierto para el tráfico rodado.
Eviten los puentes que
llevan a Long Island, pues se encuentran absolutamente abarrotados. Toda
clase de comunicaciones con la costa de Nueva Jersey ha quedado cerrada
hace diez minutos. No quedan más defensas.
Nuestro ejército ha
sido barrido... La artillería, la aviación... todo ha sido barrido. Esta
puede ser nuestra última emisión. Permaneceremos aquí hasta el final. La
población está asistiendo a los servicios religiosos que se celebran
debajo mismo de nosotros, en la catedral.
Voces cantando himnos
religiosos
Echo un vistazo a la parte baja del puerto.
Toda clase de barcos, saturados de gente que huye, salen de las
dársenas.
Sonidos de las sirenas de barcos
Las calles se
encuentran abarrotadas de gente. El ruido de la muchedumbre es semejante
al de la noche de Año Nuevo en el centro de la ciudad: Un momento,
¡atención!... El enemigo está ahora a la Vista; precisamente encima de
Palisades. Se ven cinco grandes máquinas. La primera cruza en estos
momentos el río. Puedo verla desde aquí vadeando el Hudson como un
hombre que atravesase un arroyo. Me entregan ahora un boletín... Los
cilindros marcianos están descendiendo sobre toda la nación. Uno ha
caído en las afueras de Búfalo, otro en Chicago, en San Luis... Su caída
parece estar calculada y espaciada... Ahora mismo la primera máquina
llega a esta orilla. Se queda un rato parada, vigilando y mirando hacia
la ciudad. Su cabeza de acero, a manera de capucha, alcanza la altura de
los rascacielos. Parece aguardando la llegada de las otras máquinas.
Allí surgen como una cadena de nuevas torres en la parte occidental de
la ciudad... Ahora levantan sus manos metálicas... ¡Ha llegado ya el
final!
Sale el humo... un humo negro, que avanza
sobre la ciudad. La gente, que corre por las calles, lo ha advertido.
Todos se dirigen ahora
corriendo hacía el río del Este... Millares de ellos, caen en el agua
como ratas. El humo se expande con mayor rapidez. Ha llegado a Times
Square. La gente trata de escapar de él, pero de nada sirve.
Caen como moscas.
Ahora el fuego está cruzando la Sexta Avenida... La Quinta Avenida... Lo
tengo a cien yardas... Está sólo a cincuenta pies...
Cuerpo que cae
Cuarto operador
2X2L llamando CQ...
2X2L llamando CQ... 2X2L llamando CQ... Nueva York, ¿No hay nadie en el
aire? ¿No hay nadie en el aire? ¿No queda nadie...? 2X2L...
--- Fin de la primera
parte ---
Presentador.
Están escuchando una
presentación de la CBS de Orson Welles y la Mercury Theatre on the Air
en una dramatización original de "La Guerra de los Mundos" de H. G.
Welles. La actuación continuará luego de una breve pausa. Esta es la
Columbia Broadcasting System.
"La Guerra de los
Mundos", por H. G. Welles, actuando Orson Welles y la Mercury Theatre on
the Air
Sube tema musical.
Pierson
Mientras redacto estas
notas sobre el papel, estoy obsesionado con el pensamiento de que puedo
ser tal vez el último ser viviente que queda sobre la Tierra. He
permanecido oculto en esta casa vacía cerca de Grovers Mill... Una
pequeña isla de claro día, separada por el negro humo del resto del
mundo. Todo cuanto ha ocurrido antes de la llegada de esos monstruosos
seres a la Tierra me parece en estos momentos un fragmento de otra
vida... Una vida, que no guarda continuidad con la presente, furtiva
existencia del único superviviente abandonado, que traza estas palabras
sobre la cubierta de un cuaderno de notas astronómicas, que llevan la
firma de Ricardo Pierson. Contemplo mis manos ennegrecidas, mis zapatos
destrozados, mi traje hecho jirones, y me esfuerzo en relacionar todo
con un profesor que vivía en Princeton y que, en la noche del 30 de
octubre, miraba a través de su telescopio una explosión luminosa de una
tonalidad anaranjada sobre un distante planeta. Mi mujer, mis colegas,
mis alumnos, mis libros, mi observatorio, mí... mí mundo... ¿Dónde
están? ¿Existieron en algún tiempo? ¿Soy yo Ricardo Pierson? ¿Qué día es
hoy? ¿Existen los días sino hay calendario? ¿Pasa el tiempo cuando no
hay manos humanas para dar cuerda a los relojes? Al consignar aquí mi
vida de hoy, me digo que he de preservar la historia humana entre las
negras cubiertas de este pequeño libro, que se había hecho simplemente
para registrar los movimientos de las estrellas. Pero para escribir debo
vivir, y, para vivir, debo comer... Me he encontrado en la cocina un pan
enmohecido, y una naranja sólo parcialmente averiada y que me la puedo
comer.
Desde la ventana mantengo constante
vigilancia. De cuando en cuando, puedo ver a un marciano por encima del
negro humo.
El humo todavía retiene a la casa en que
estoy, totalmente cercada con su negro anillo... Pero, por último, se
produce un sonido silbante y, de repente, veo a un marciano, montado
sobre su máquina, que rocía el aíre con un chorro de vapor, como si
tratara de disipar el humo. Desde una esquina puedo observar cómo sus
enormes piernas metálicas casi rozan esta casa.
Consumido por el
terror, he caído como dormido.
Es de mañana. El sol
lanza un torrente de luz contra la ventana. La negra nube de gas se ha
desvanecido y los prados agostados, que se extienden hacia el norte,
aparecen como si una tormenta de nieve negra hubiera descargado encima
de ellos. Me aventuro a salir de la casa. Me dirijo hacia una carretera.
No hay tráfico alguno.
Aquí y allí se ven un
coche destrozado, un equipaje caído, un esqueleto ennegrecido. Me
encamino hacia el norte. Por alguna razón, me siento más seguro
siguiendo las huellas de estos monstruos que escapándome lejos de ellos.
Mantengo siempre una cuidadosa vigilancia. He visto comer a los
marcianos. Si alguna de estas máquinas apareciese por encima de las
copas de los árboles, estoy dispuesto en todo momento a dar un brinco y
echarme extendido sobre el suelo. Me acerco a un castaño. En octubre las
castañas están maduras. Lleno de ellas mis bolsillos. Debo conservar la
vida. Hace dos días que ando errabundo, siguiendo vagamente la dirección
norte a través de un mundo desolado. Por último, advierto a una criatura
viviente... Una pequeña y rojiza ardilla que se mueve sobre la rama de
un haya. La contemplo lleno de un sentimiento de profunda admiración. El
animalito vuelve su cabecita y me mira. Creo que, en este momento, el
animalito y yo compartimos la misma emoción... La alegría de encontrar a
otro ser que vive, que vive también... Sigo hasta el norte. Encuentro
unas vacas muertas en un campo nauseabundo. Más allá destacan las
calcinadas ruinas de una lechería. La torre de un silo permanece en
píe... como un guardián sobre la llanura destrozada, como un faro
desierto junto al mar. A horcajadas sobre la techumbre del silo, se
yergue el gallo de la veleta. La flecha señala hacia el norte.
Al día siguiente,
llego a una ciudad cuyos contornos me son vagamente familiares. Sin
embargo, sus edificios aparecen extrañamente recortados y aplastados
hasta el suelo, cual si un gigante hubiera partido en rebanadas sus más
altas torres, de un caprichoso y descomunal manotazo. Llego hasta las
afueras. He encontrado a Newark abatida, pero sin demoler, por algún
capricho de los marcianos en su avance. Repentinamente, experimento una
rara sensación de que soy vigilado, y entonces advierto algo que se
agazapa en un portal. Me dirijo allí, y enseguida ese algo se levanta y
se convierte en un hombre... Un hombre, armado con un ancho cuchillo.
Forastero
¡Alto! ¿De dónde viene
usted?
Pierson
Vengo de... muchos
sitios. Hace mucho tiempo, desde Princeton.
Forastero
¿Princeton? Mmm... Eso
era cerca de Grovers Mill. ¿no?
Pierson
Sí.
Forastero
Grovers Mill...
Se ríe como si hubiera
oído un chiste
Allí no hay alimentos. Esta es mi tierra. Toda
esta parte final de la ciudad hacia abajo, hasta el río. Sólo hay
alimentos para uno... ¿Hacia dónde se dirige usted?
Pierson
No lo sé. Creo que
estoy buscando... gente.
Forastero
(nerviosamente)
¿Qué es eso? ¿Entonces ha oído usted algo?
Pierson
¡Tan sólo un pájaro!
¡Un pájaro vivo!
Forastero
Usted debería saber
que en estos días los pájaros tienen sombra... Oiga! Aquí estamos al
aire libre.
Vamos a refugiarnos en un portal y allí
hablaremos.
Pierson
¿Ha visto usted a los
marcianos?
Forastero
Se fueron a Nueva
York. Durante la noche el cielo palpita con sus luces. Exactamente como
si todavía viviesen allí sus vecinos. Durante el día no se les puede
ver. Hace cinco días un par de ellos llevaban algo muy grande desde el
aeropuerto a través de la Plana. Creo que están aprendiendo a volar.
Pierson
¡Volar!
Forastero
Sí, a volar.
Pierson
Entonces podemos decir
que la Humanidad se acabó ya, forastero; Solo quedamos usted y yo. Sólo
dos supervivientes.
Forastero
Los monstruos se han
establecido en una tierra firme: han arruinado a la nación más grande
del mundo. Esas estrellas verdes... probablemente seguirán cayendo todas
las noches en diversas partes. Tan sólo han perdido una máquina. No nos
queda nada que hacer. Estamos deshechos. Estamos exterminados.
Pierson
¿Dónde estuvo usted?
Usted lleva uniforme...
Forastero
Lo único que me queda.
Yo estaba en la milicia, en la Guardia nacional. ¡Bueno va! No hubo más
guerra que la que hubiera podido haber entre los hombres y las hormigas.
Pierson
Pero nosotros éramos
hormigas comestibles. Eso es lo que yo he averiguado. ¿Qué van a hacer
con nosotros?
Forastero
Yo lo tengo ya todo
pensado. Hasta ahora nos capturaban a medida que nos necesitaban. Un
marciano no tiene más que ir andando unas pocas millas y coger de paso
toda una multitud. Pero en adelante no lo harán así. Nos capturarán
sistemáticamente... Escogerán a los mejores y los guardarán en jaulas o
algo así. ¡Todavía no han comenzado con nosotros!
Pierson
¿Que no han
comenzado?...
Forastero
¡No han comenzado
todavía! Todo lo que ha pasado hasta ahora, es porque no hemos tenido
suficiente buen sentido para estarnos quietos; y les hemos estado
molestando con cañones y toda esa porquería y perdido nuestra cabeza,
corriendo en grandes manadas. Ahora en vez de andar moviéndonos como
ciegos, nosotros tenemos que sujetarnos a vivir conforme a la actual
situación. Ciudades, naciones, civilización, progreso...
Pierson
Pero si eso fuera así,
¿qué razón queda para vivir?
Forastero
Ya no será posible
establecer conciertos que duren un millón de años o algo así, ni habrá
cenitas en los restaurantes. Si son diversiones tras lo que anda usted,
crea que corre usted en vano.
Pierson
¿Qué es pues lo que
queda?
Forastero
¡La vida! Esto es lo
que queda! ¡Yo lo que necesito es vivir! ¡Y usted también! No vamos a
dejarnos exterminar. Yo no quiero dejarme coger tampoco, ni que me
domestiquen ni que me ceben y engorden como a un buey.
Pierson
Y ¿qué es lo que va a
hacer usted, entonces?
Forastero
Yo me voy...
justamente siguiendo sus pasos. Tengo un plan. Nosotros, los hombres,
como hombres estamos liquidados ya. Todavía no lo sé bien, pero nosotros
tenemos todavía que aprender mucho antes de que se nos ofrezca una
oportunidad. Y tenemos que vivir y seguir libres hasta tanto que podamos
aprender. Como ve usted, yo lo he pensado todo.
Pierson
Dígame, dígame todo lo
que piensa.
Forastero
¡Bueno! No todos
nosotros servimos para bestias salvajes, y así es como debe de ser. Por
eso yo le vigilaba a usted. Todos los pequeños trabajadores de oficio y
artesanos que solían vivir en estas casas, no hubieran valido. No tienen
correa para eso. No servían más que para ir corriendo a su trabajo. He
visto centenares de ellos, corriendo como animales, para tomar su tren
matutino de abonados, con miedo de que, si no lo alcanzaban, tendrían
que ir luego como sardinas en lata, y otras veces corriendo también por
la noche, con miedo de que no llegarían a tiempo a cenar. Tenían sus
vidas aseguradas, e invertida una cantidad para el caso de un accidente.
Y los domingos se aburrían soberanamente pensando en su porvenir. Los
marcianos serán para ellos como un buen golpe de fortuna. Tendrán
bonitas jaulas, buena comida, buena educación, y ninguna preocupación.
Después de una semana o cosa así de andar errantes por los campos con cl
estómago vacío, darán la vuelta y se verán contentos cuando los
capturasen.
Pierson
Usted ha pensado en
todo ¿no es así?
Forastero
¡Vaya que sí! Pero aún
hay algo más. Esos marcianos cogerán a algunos de ellos como animalitos
domesticables y les enseñarán a hacer algunos trucos. ¿Quién sabe?
Tendremos que lamentar al niño que fue comenzado a domesticar, después
creció y tuvieron que matarlo. Y a algunos, quizá, los enseñarán para
que nos cacen a los demás.
Pierson
No, eso es imposible.
Ningún ser humano...
Forastero
Si, claro que lo
harían. Hay muchos hombres que harán esto con mucho gusto. Si uno de
ellos viniera detrás de mí...
Pierson
Entretanto, usted y
yo, y otros como nosotros ¿dónde vamos a vivir cuando los marcianos sean
dueños de la Tierra?
Forastero
También me he
preocupado de eso. Viviremos bajo tierra. Me he acordado de las
alcantarillas. Bajo Nueva York se extienden millas y más millas de
alcantarillado. Las principales son bastante grandes para cualquiera.
Además, hay en el subsuelo bodegas, bóvedas, almacenes subterráneos,
túneles de los ferrocarriles y del metro. ¿Me empieza a comprender
usted, eh? Y conseguiremos reunir un puñado de hombres fuertes. Nada de
gente débil. Esos desperdicios humanos ¡afuera!
Pierson
¿Y dice usted que vaya
yo ahí con usted?
Forastero
Bueno... yo le doy a
usted una oportunidad para hacerlo, si quiere.
Pierson
No nos pelearemos por
eso. Siga.
Forastero
Y tendremos que
buscarnos lugares bien seguros donde permanecer ¿sabe? Y deberemos
conseguir todos los libros que podamos... libros de ciencias se
entiende. Ahí es donde los hombres, como usted, acostumbran a ir ¿no es
así? Penetraremos furtivamente en los museos y espiaremos siempre a los
marcianos.
Puede que no tengamos que aprender durante
demasiado tiempo antes de que... Imagínese nada más que esto: cuatro o
cinco de sus máquinas de guerra que de repente echan a andar lanzando
rayos de calor a derecha e izquierda sin ningún marciano dentro. ¡Sin
ningún marciano dentro! ¿me comprende? Si no sólo hombres, hombres que
han aprendido lo mismo que ellos. Podría suceder esto, incluso en
nuestro tiempo. ¡Oh! ¡Imagínese qué sería poseer uno de esos aparatos
con su rayo de calor! Lo lanzaríamos contra los marcianos, lo
lanzaríamos también contra los hombres. Pondríamos a todos de rodillas
delante de nosotros.
Pierson
¿Es ése su plan?
Forastero
Usted y yo y unos
pocos más, seriamos dueños del mundo.
Pierson
Yo, ya lo veo.
Forastero
Oiga ¿qué le pasa?
¿Adónde se va usted ahora?
Pierson
A un sitio distinto al
de su mundo. Adiós, forastero...
Pierson
Después de dejar al
artillero, llegué finalmente al túnel Holland. Entré por este silencioso
camino subterráneo, ansioso por conocer cuál había sido el destino de la
gran ciudad situada al otro lado del río Hudson. Con gran precaución,
salí del túnel y me encaminé por la calle Canal. Llegué a la calle 14, y
allí volví a encontrar polvo negro y algunos cuerpos, y también un mal
olor lleno de presagios, a través de las verjas de los sótanos de
algunas casas. Seguí errante atravesando las calles 30 y 40, y me paré
solitario en la plaza del Times. Me fijé en un perro escuálido que
corría por la avenida 16 abajo con un pedazo de carne oscura entre sus
dientes, y a un montón de canes hambrientos siguiéndole. El perro dio un
amplio rodeo en torno a mí, como si temiera que yo fuese un adversario
recién llegado.
Seguí marchando, Broadway arriba, en pos de
las huellas de ese polvo extraño. Dejé atrás los escaparates silenciosos
de las tiendas, que mostraban sus mudas mercancías a las aceras
desiertas; atrás dejé también el teatro Capitol, silencioso, negro; pasé
por una exposición de objetos de caza, en la que una hilera de rifles
descargados apuntaban a una fila de patos de madera. Cerca del Columbus
Circus vi un coche, modelo 1939, en las salas de exposición, que hacían
frente a las calles solitarias. Desde la terraza del último piso del
edificio de la compañía General Motors me fijé en un banderín de negros
pájaros que daban vueltas en el cielo. Me apresuré a bajar. De repente,
advertí la capucha de una máquina marciana, que se erguía en alguna
parte del parque central, resplandeciente al último sol de la tarde.
¡Qué absurda idea se me Ocurrió! Corrí atrevidamente a través del
Columbus Circus y entré en el parque. Subí a una pequeña colina sobre el
estanque, a la altura de la calle 60. Desde allí pude contemplar a
diecinueve de aquellos grandes titanes metálicos, erguidos en una muda
fila a lo largo del Malí, con sus capuchas vacías y sus brazos de acero
colgando pesadamente a sus lados. Traté en vano de ver los monstruos que
habitaban esas máquinas.
Al punto, mis ojos se
sintieron atraídos hacia la inmensa bandada de negros pájaros que
planeaban directamente debajo de mí. Dando grandes y pesados giros
llegaron hasta posarse sobre la tierra, y allí ante mis ojos, duras y
silenciosos, pude contemplar a los marcianos, desparramados por el
suelo, y a las negras aves que picoteaban sus cuerpos y rasgaban jirones
negruzcos de carne de sus cuerpos muertos. Más tarde, cuando estos
cuerpos pudieron ser examinados en los laboratorios, se halló que habían
sido exterminados por las bacterias de la putrefacción y de las
enfermedades, contra las que sus sistemas fisiológicos no se hallaban
preparados...
Muertos, después que todas las defensas del
hombre habían fallado, por la más humilde criatura que Dios en su
sabiduría había puesto en esta Tierra.
Antes de que cayera el
primer cilindro, existía la creencia general de que, a través de las
profundas distancias del espacio, no existía otra vida que la que bullía
en la insignificante superficie de nuestra minúscula esfera. Pero ahora
miramos más allá, Admirable aunque borrosa es la visión que, yo me he
atrevido a hacer surgir en mi mente, sobre una vida que lentamente se
irá esparciendo desde esta minúscula semilla del sistema solar a través
de las inanimadas extensiones del espacio sideral. Pero esto es un sueño
remotísimo. Puede ser que la destrucción de los marcianos sea solamente
un acto dilatorio. O tal vez a ellos, y no a nosotros está encomendado
el futuro.
Ahora me parece extraño el poder estar sentado
en mí apacible estudio de Princeton, escribiendo el ultimo capítulo de
mis memorias, comenzadas en una granja abandonada de Grovers Mill. Me
parece extraño el contemplar desde mi ventana las torres de la
Universidad, difuminadas y azuladas, a través de la bruma de abril.
Extraño me parece el
mirar a los niños que juegan en las calles. Extraño me parece ver a los
jóvenes que pasean sobre el césped, donde las nuevas hojas primaverales
van borrando las últimas huellas negruzcas de una tierra lastimada.
Extraño me parece ver entrar a los curiosos en el museo en donde se
exponen ante el público las piezas desarticuladas de una máquina
marciana. Extraño, por último, me parece todo cuanto recuerdo de la
primera vez que la vi, brillante y limpiamente recortada, fría y
silente, en el atardecer de aquel último gran día.
Tema musical
Orson Welles
Este es Orson Welles,
damas y caballeros, fuera de personaje para asegurar a ustedes que "La
Guerra de los Mundos" no tiene otra significación que la brindada por la
festividad. Ha sido la versión del Mercury Theatre de lo que,
normalmente, se suele hacer envolviéndose en una sábana, saliendo de
repente detrás de un arbusto y gritando ¡buh! Así pues, hemos hecho lo
que hemos podido. Hemos aniquilado el mundo ante sus oídos y destruido
totalmente el Columbia Broadcasting System. Espero que se sientan
aliviados al saber que lo hicimos sin mala intención y que esta
institución se encuentra en perfecto estado. Así pues, adiós a todos y
recuerden, por favor, por lo menos hasta mañana, la terrible lección que
han aprendido esta noche. El invasor gesticulante, ardiente y globular
de su sala de estar, era un habitante de la calabaza con remiendos, y si
el timbre de su puerta suena y no hay nadie al abrir, no ha sido ningún
marciano... es Noche de Brujas.
Presentador
Esta noche Columbia
Broadcasting System y sus estaciones afiliadas de costa a costa les ha
ofrecido "La Guerra de los Mundos" por H, G, Welles, el decimoséptimo
capítulo de esta serie semanal con la actuación de Orson Welles y la
Mercury Theatre on the Air. La próxima semana presentaremos una
dramatización de tres famosas historias cortas.
Esta es Columbia
Broadcasting System.
Sigue tema musical
hasta terminar.
-- Fin --
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