Voltaire (François Marie Arouet)
(1694-1778) Filósofo y literato francés
A los
vivos se les debe respeto, a los muertos tan sólo verdad.
Algunos
están destinados a razonar erróneamente; otros a no razonar en
absoluto, y otros a perseguir a los que ra zonan.
Apiadarse de la
desdicha de los amigos está bien, pero so- correrlos está mejor.
Bajo ninguna tiranía desearía vivir, pero puestos a escoger
detestaría menos la de uno solo que la de muchos: un déspota tiene
siempre algún momento bueno; una asam- blea de déspotas no lo tiene
jamás.
Cuando el fanatismo ha gangrenado el cerebro, la enfer-
medad es casi incurable.
Cuando se trata de dinero, todos son de
la misma religión.
Decimos una necedad, y a fuerza de repetirla
acabamos creyéndola.
Desapruebo lo que dices, pero defendería
hasta la muer- te tu derecho de decirlo.
Desde Tales hasta los
más quiméricos charlatanes no hubo ningún filósofo que influyese ni
siquiera en las cos- tumbres de la calle donde vivía.
El amor
propio, al igual que el mecanismo de reproduc- ción del género
humano, es necesario, nos causa placer y debemos ocultarlo.
El
arte de lisonjear dio origen al arte de agradar.
El arte de la
medicina consiste en mantener al paciente en buen estado de ánimo
mientras la Naturaleza le va curando.
El arte de la guerra es
como la medicina, siempre cau- sando víctimas.
El castigo de
los delincuentes debería ser de alguna utili- dad; cuando un hombre
es colgado ya no es bueno para nada.
El exceso de placer no es
placer.
El fanatismo es un monstruo que osa decirse hijo de la
religión.
El mundo me desasosiega, y no puedo concebir que este
reloj exista sin relojero.
El orgullo de los pequeños consiste en
hablar siempre de sí; el de los grandes en no hablar de sí nunca.
El paraíso terrenal está donde yo estoy.
El primer rey fue un
soldado afortunado; quien sirve bien a su patria no necesita
antepasados.
El primero que comparó la mujer con una flor fue un
poeta; el segundo, un imbécil.
El que después de vencer se venga,
es indigno de la vic toria.
El que revela el secreto de otros
pasa por traidor, el que revela el secreto propio pasa, hijo mío, por
imbécil.
El que sospecha invita a ser traicionado.
El que
tiene miedo de la pobreza no es digno de ser rico.
El secreto de
no hacerse fastidioso consiste en saber cuándo detenerse.
El
secreto para ser aburrido es contarlo todo.
El último grado de
perversidad es hacer servir las leyes para la injusticia.
Es
imposible traducir la poesía. ¿Acaso se puede traducir la música?
Es mejor exponerse a absolver a un hombre culpable que condenar a
un inocente.
Es necesario resolvernos a pagar durante nuestra
vida al- gún tributo a la calumnia.
Hay momentos en la vida
cuyo recuerdo es suficiente para borrar años de sufrimiento.
Juzga más al hombre por sus preguntas que por sus respuestas.
La
ciencia es como la tierra; sólo se puede poseer un poco de ella.
La civilización no suprime la barbarie; la perfecciona.
La
dicha no es más que un sueño, y el dolor la realidad.
La
etimología es una ciencia donde las vocales nada son, y las
consonantes, muy poca cosa.
La felicidad nos espera en algún
sitio, a condición de que no vayamos a buscarla.
La historia
no es más que el registro de los crímenes y de las desgracias.
La más feliz de todas las vidas es una soledad atareada.
La
naturaleza siempre ha tenido más fuerza que educación.
La
oportunidad de hacer mal se presenta cien veces cada día, y la de
hacer bien sólo una vez en un año.
La pena tiene sus placeres, el
peligro tiene sus encantos.
La tristeza es una enfermedad en la
que cada paciente debe tratarse a sí mismo.
La única
recompensa que puede esperarse del cultivo de la literatura es el
desdén si se fracasa y el odio si se triunfa.
La virtud se
envilece cuando trata de justificarse a sí misma.
Los hechos y
las fechas son el esqueleto de la historia; las costumbres, las ideas
y los intereses son su carne y su vida.
Los males llegan
volando y se alejan renqueando.
Los médicos meten drogas que no
conocen en un cuerpo que conocen todavía menos.
Los prejuicios
son la razón de los tontos.
Los reyes se parecen a los maridos
traicionados: nunca saben lo que ocurre.
Los sistemas
ejercitan el entendimiento, pero la fe lo ilu- mina y lo guía.
Me satisface creer que hay muchas cosas posibles en las que no se
piensa.
Mi vida es un combate.
No depende de nosotros el
ser pobres; pero sí depende siempre de nosotros el hacer respetar
nuestra pobreza.
No hay guerrero, por bien armado que esté, al
que no pueda encontrársela el lado flaco.
No hay verdad que no
haya sido perseguida al nacer.
No ser bueno más que para sí es no
ser bueno para nada.
No vivimos más que dos días; no vale pues la
pena pasar- los arrastrándose ante despreciables bribones.
Nos
hallamos de acuerdo en dos o tres puntos que en- tendemos, y
disputamos sobre dos o tres mil que no entendemos en manera alguna.
Quien sirve bien a su país no necesita antepasados.
Si
hubiera habido censura de prensa en Roma no ten- dríamos hoy ni a
Horacio ni a Juvenal, ni los escritos filosóficos de Cicerón.
Si no existiera Dios habría que inventarlo.
6163 Sólo es
posible afirmar en Geometría.
Toda secta es una bandera de error.
No hay sectas en la Geometría.
Todas las grandezas de este
mundo no valen lo que un solo amigo.
Todo el mundo conocido,
excepto sólo los países salvajes, está gobernado por los libros.
Todos los razonamientos de los hombres no valen lo que un
sentimiento de mujer.
Todos sufrimos, pero el hablar nos alivia.
Todos vamos descaminados: el menos imprudente es quien antes
llega a arrepentirse.
Un día todo irá bien: he aquí nuestra
esperanza. Todo va bien hoy: he aquí la ilusión.
Un mérito de
la poesía que pocas personas negarán: dice más y en menos palabras
que la prosa.
Un minuto de felicidad vale más que mil años de
gloria.
Un proverbio no es una razón.
Un rival desgraciado
no es digno de odio.
Una de las mayores desgracias de las
personas honestas es que son cobardes.
Una palabra mal
colocada estropea el más bello pensamiento.
¡Cuántas cosas
extravagantes ha hecho decir el afán de decir cosas nuevas!a
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