Qué vergüenza
carezco de monstruos interiores
no fumo en pipa frente al
horizonte
en todo caso creo que mis hueso
son importantes para mí y mi
sombra
los sábados de noche me lleno de coraje
mi nariz qué vergüenza no
es como la de Goethe
no puedo arrepentirme de mi melancolía
y olvido casi
siempre que el suicidio es gratuito
qué vergüenza me encantan las
mujeres
sobre todo si son consecuentes y flacas
y no confunden sed con
paroxismo
qué vergüenza diosmío no me gusta Ionesco
sin embargo estoy
falto de monstruos interiores
quisiera prometer como Dios manda
y vacilar
como la gente en prosa
qué vergüenza en las tardes qué vergüenza
en las
tardes más oscuras de invierno
me gusta acomodarme en la ventana
ver cómo
corre la llovizna corre a mis acreedores
y ponerme a esperar quizás a
esperarte
tal como si la muerte fuera una falsa alarma.
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