Arrinconado en mis plegarias buenas
e inútiles, soberbio en mis
acciones
que a nadie arriman ley o quitan penas,
aislado espectador de
mis histriones,
histrión yo mismo como un árbol seco
que cabeceara para
sus gorriones,
guardia solemne de un instante hueco,
cómo saber, cómo
saber, dios mío,
cuándo invento virtud y cuándo peco,
cuándo confundo
el cielo con el río,
cómo saber si el río es poco llanto,
cómo saber, cómo
saber, dios mío,
si eso que llamo Dios es otro espanto.